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¿Cómo ser un buen líder y no morir en el intento?

Dirigir con el ejemplo es algo que a muchos gerentes, supervisores o dueños se nos olvida. Queremos ser personas firmes con nuestro equipo pero a la vez flexibles y comprensivos. Buscamos representar los valores de la empresa, pero incluso a nosotros mismos a veces nos hacen falta estos valores como individuos. Lograr ser un buen líder no significa sacrificar uno de esos aspectos, sino encontrar un equilibrio entre todos.

Este equilibrio es clave para lograr un liderazgo efectivo, cabe resaltar que muchas veces se confunde con lograr que el equipo trabaje al 100% y se tenga un proceso exitoso y constante en todas las áreas de la empresa. El liderazgo efectivo ha ido cambiando sus características a lo largo de los tiempos y ahora, bajo mi joven experiencia, es algo incalculable: ¿cómo comprobar un liderazgo efectivo?, ¿se basa en los resultados de la empresa o en las personas que laboran en ella?

Primero, un líder es aquella persona que dirige u orienta a un grupo, que reconoce su autoridad, suena frío, lo sé, pero esa es la definición de líder en el núcleo de las cosas. El punto es saber diferenciar lo que probablemente puede ser una falsa definición de líder: un líder no es aquel que coordina desde lo lejos, no es aquel que supervisa avances sin participar en los procesos, no es un maestro que enseña y revisa constantemente el trabajo de los que están más abajo en la jerarquía del organigrama.

Teniendo claro lo anterior, es importante analizar el papel que cumplimos dentro de nuestros negocios y a partir de ahí, considero debe haber 3 aspectos importantes que siempre debe tener en cuenta un buen líder:

1. Tú eres la empresa: cuando estás en el trabajo, en la familia o con amigos, tú eres la imagen principal de la empresa. Como te comportes con los demás es como ellos piensan que manejas tu negocio. Tu personalidad, valores y esencia tiene que estar anclada a la empresa que fundaste. Si tu comportamiento es otro, las personas lo verán y lo relacionarán con tu negocio, y es ahí donde entra fuertemente el liderar con el ejemplo.

2. Tu equipo es tu segunda familia: trata a los demás con respeto, analiza con cuidado lo que dicen, pues algo esencial en un buen líder es saber escuchar. Debes ser responsable de tu equipo, hacerlos sentir parte de lo que haces y que día a día sepan que la prioridad son ellos y que si el personal está bien, la empresa también lo estará. Crea vínculos con cada uno, no importa si tu empresa sea chica o grande. Que tu equipo reconozca quién es su líder, y que en verdad puedan conocerte de una manera honesta, hará que finalmente digan: “es una buena persona, se preocupa por mí y confío en él o ella”.

3. Tu éxito crece contigo: es importante encontrar el balance entre ser un buen líder y persona. Llegar a un nivel de plenitud en el que estés satisfecho contigo mismo y en un constante camino de mejora continua, hará que esa actitud positiva se contagie en tu negocio. Medir el éxito como líder en tu empresa es saber que, personal y profesionalmente, estás satisfecho y reconocer que vas por buen camino.

Ser un buen líder tiene muchas interpretaciones, esta es una más de ellas. Personalmente, como líder de este grupo creativo de personas, he conocido a cada uno de ellos desde la empatía y con un acercamiento directo con sus habilidades, objetivos y preocupaciones, he logrado que sepan que en mí siempre hay alguien que sabe escuchar, sabe entender y, finalmente, sabe realizar las cosas de manera organizada y planeada. No me considero perfecto y sé que tengo mucho que trabajar aún, pero sé que cuento con personas a mi alrededor que me consideran como el capacitado para llevar a cabo acciones y dirigirlas. Encuentra en ti mismo, en tu empresa y en tu equipo, el camino para ser ese buen líder que quieres llegar a ser.

 

Miguel Barragán
Licenciado en Ciencias y Técnicas de la Comunicación con experiencia en producción audiovisual, marketing y publicidad. Cinéfilo apasionado, lector constante, geek de corazón y escritor entusiasta. No podemos elegir los tiempos en los que vivimos sino decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.

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